Hola, soy SILVIA MERTINS, cantautora cristiana católica, nacida en la ciudad de Guatemala C.A. el 2 de abril de 1964 en la ciudad de Guatemala. Fui bautizada el 14 de abril de 1964 e hice mi Primera Comunión el 13 de mayo de 1972 -Día de Nuestra Señora de Fátima-, cuando era estudiante de un colegio católico en ciudad de Guatemala. Sin embargo, no fue sino hasta años después, cuando conocí al Señor en un retiro, que hice mi Confirmación.
Realice la mayoría de los años de primaria, secundaria y diversificado, en un colegio laico, donde terminé mis estudios de Bachillerato en Ciencias y Letras. Viniendo de un matrimonio mixto: mi madre católica y mi padre luterano y, para tratar de evitar cualquier tipo de conflicto al respecto, no se nos dio una gran formación religiosa, sino sólo la necesaria para recibir los sacramentos de iniciación. Fuera de ello, nunca nos llevaban a la Santa Eucaristía, sino para ocasiones especiales. Sin esta formación tan importante, llegó el momento en que pensé que, Dios no existía y que todas las religiones, filosofías, sectas cristianas o no cristianas, eran lo mismo: un grupo de farsantes, mentirosos e hipócritas. Sin embargo, como los caminos del Señor son misteriosos, en ese colegio laico, se me fomentó un gran amor por la música y el canto que, posteriormente, el Señor usaría para que le sirviera a través del Ministerio de Música y Canto.
Siendo muy joven, a pesar de que la música llenaba gran parte de mi vida y me daba momentos de alegría y satisfacción, no era feliz por un sin fin de razones: conflictos en el hogar causada por grandes disfuncionalidades que, llegué a perderle el sentido a la vida. Por ser una persona sumamente sensible y muy herida por los golpes de la vida, he batallado con la depresión desde muy temprana edad. Me refugié en los estudios y logré ser una de las alumnas con mejores notas de mi promoción, pero sin una buena orientación para escoger una carrera en la que pudiera desarrollar, mis habilidades.
Lo que más amaba y deseaba estudiar, era la música. Sin embargo, en ese momento, no existían universidades que ofrecieran carreras en música. Únicamente existía el Conservatorio Nacional de Música, al que nunca me dejaron asistir. Gracias a Dios, desde los quince años, pude tener excelentes profesores privados de música y canto que me ayudaron, en gran parte, a obtener conocimientos importantes que me sirvieron para realizar mi servicio en el Ministerio de Música.
Con mi maestro de canto, Alberto Navas, tuve la oportunidad de participar en varios conciertos y recitales, cantando arias de ópera y zarzuela. Fui integrante del coro Polifónico "Ricardo del Carmen", con el cual participé en varios conciertos en los que interpretamos grandes obras corales clásicas muy importantes. El maestro Ricardo del Carmen, me invitó también a ser miembro del coro de la Universidad Rafael Landívar, que estuvo bajo su dirección y. donde conocí a la mayoría del grupo de jóvenes que después formó parte del grupo "Pescadores" y posteriormente "Buenas Nuevas", del cual fui directora. Con ellos cantamos Misas de Boda, quinceañeras, Primeras Comuniones, etc. aunque aún no participábamos activamente en algún apostolado o movimiento de la Iglesia. Cómo nos encantaba la música, lo hacíamos a manera "hobby". Aún nos unen lazos de amistad muy grandes.
A finales de 1981, Invitada por una gran amiga de juventud, comencé a asistir al grupo de oración carismático "María Auxiliadora" en la parroquia salesiana San Juan Bosco (María Auxiliadora) de la ciudad de Guatemala -donde conocí al Rev. Padre Hugo Estrada s.d.b. quien se convertiría en una gran amigo de la familia y un gran asesor espiritual para mi. Sinceramente, acepté asistir a una asamblea de ese grupo de oración, para que mi amiga me dejara de insistir, pero fui de mala gana. Definitivamente no me gustaban los carismáticos y siempre dije: "Yo no voy a ser nunca una de estos locos que aplauden, cantan, cierran los ojos, levantan las manos, danzan y cuando oran, hablan en un lenguaje raro". Lo irónico de todo es que, después de asistir a mi Retiro de Vida en el Espíritu Santo de la RCCES -al cual también asistí sólo porque mis grandes amigos y compañeros de canto asistirían también y seguro que pasaría un fin de semana "alegre" con ellos-, en una "rematada y loca" carismática comprometida en la evangelización hasta el día de hoy. En ese retiro, a través de cada canto, de cada prédica, de cada oración, el Señor tocó mi corazón profundamente, a pesar de que, le había dicho que yo no creía en Él, y que yo no quería ya más mi vida y se la entregaba si de algo le servía. El Señor, a pesar de mi insolencia y atrevimiento, se lo tomó muy en serio y se "adueñó" de mi vida y mi música, para siempre. No cabe duda de que, la amiga que me llevó por primera vez a aquél grupo de oración, fue un instrumento del Señor para atraerme al redil.
El Señor me regaló el don de escribir música desde los 12 años de edad; en esa época soñaba con ser una gran artista de fama internacional sin embargo, Nuestro Señor Jesucristo cambió mis planes y sueños, cuando Él llegó a mi vida en marzo de 1982 en un Retiro de Renovación Carismática Católica de Guatemala. En ese retiro tuve realmente "un encuentro personal, vivo, de ojos abiertos y corazón palpitante, con Cristo resucitado"(san Juan Pablo II, Homilia durante la Misa para el clero, religiosos y seminaristas en Catedral de Santo Domingo RD el 26 de enero de 1976). Desde entonces decidí dedicar mi música y mi voz a la Evangelización a tiempo completo, viviendo de la Divina Providencia de Dios.
En la Renovación Carismática, recibí varios cursos de formación y crecimiento, con excelentes teólogos sacerdotes y laicos, pero nunca he podido estudiar Teología como carrera. Nunca ha pretendido ganar premios ni reconocimientos, ser famosa o millonaria (antes de conocer al Señor era con lo que más soñaba), sino lograr que, a través de su música, muchos puedan conocer, amar y servir a Cristo Resucitado. Lo más importante para mi es fomentar una profunda conversión en quienes me escuchen.
Con el tiempo, los integrantes del grupo "Buenas Nuevas" fueron dedicándose a otras profesiones y se formó el dúo "Buenas Nuevas" de la misma Fundación, integrado por su amiga de la infancia Irenne Coronado - también reconocida canta autora guatemalteca- y Silvia. Ambas tomaron la dedición de trabajar juntas en la evangelización a tiempo completo hasta 1987, año en que decidieron continuar como solistas, siguiendo distintos llamados en distintos apostolados y comunidades.
Soy Técnico en Computación y realicé 4 años de estudios de Orientación Familiar , (un diplomado) con el que deseaba poder trabajar posteriormente y no depender más, económicamente, del Ministerio, ayudando especialmente a personas con problemas de depresión y familias disfuncionales. Sin embargo, después de 4 años de esfuerzos económicos y desvelos "no se pudo" obtener el aval de ninguna Universidad, ni de la Arquidiócesis de Guatemala, para poder trabajar a nivel profesional, solamente "ad honorem" -es decir sin ninguna remuneración económica- y en alguna parroquia del país.
A través de mi Ministerio de Alabanza y, durante estos años de ejercerlo (en este año 2024 serán 40 años) he tenido la oportunidad de servir al Señor en varias comunidades católicas de Guatemala y he sido invitada a participar en retiros, conciertos y congresos en algunos países de Centroamérica, América del Norte (Estados Unidos y México), Sur América y Europa. En 1994 tuve la bendición de participar en una peregrinación a Tierra Santa, bajo la dirección espiritual del Rev. Padre Hugo Estrada, donde estuve apoyando en las celebraciones Eucarísiticas con la música y el canto.
En 1995 el Señor permitió que pasara por una dura prueba: Una depresión mayor, desencadenada por cansancio extremo, activismo en el ministerio, decepciones sentimentales y serios problemas familiares, que me impidió continuar en el servicio por un poco más de dos años, durante los cuales necesité Terapia especializada -que pude pagarla únicamente gracias a la providencia de Dios a través de algunas personas sumamente generosas, cuyos nombres están escritos en el Libro de la Vida- y mucha oración por parte de mi madre, que siempre estuvo al pie de mi cruz; de mi asesor espiritual y de mi entonces comunidad, el Ministerio de Sanación San Pedro. Sin la ayuda de todas estas personas y por supuesto por la infinita misericordia del Señor que obró un milagro de sanación en mi vida, hubiera sido más difícil para mi salir adelante en todo sentido.
Para la gloria del Señor, Él me sacó de aquella terrible enfermedad y me dio la victoria sobre ese terrible enemigo que me quería destruir y que siempre seguirá luchando por destruir nuestro llamado y nuestra vida. He entendido que dependo totalmente del Señor para no volver a caer. Sé que esto lo puedo lograr únicamente a través de la oración, por supuesto, los sacramentos y la intercesión de mi Madre La Virgen María y de gente que amo de manera especial. Bendito sea el Señor, puedo, a mis 60 años, seguir cantando las maravillas del Señor y proclamar con el salmista: "No moriré sino que viviré para contar las obras del Señor" (Salmo 118, 17).